Marco teórico



1. CONCEPTUALIZACIÓN

1.1. IMPORTANCIA DE LA MOTRICIDAD

        La motricidad está en posesión de poder llevar a cabo el desarrollo corporal, mental y emocional del niño, debido a que un buen control motor concede al niño la posibilidad de explorar el mundo exterior contribuyendo/aportándole experiencias determinadas y concretas con el objetivo de construir nociones básicas sobre ellas para su desarrollo intelectual (Vayer, 1995).

        El niño con su posibilidad para moverse, desplazarse y descubrir el mundo, desarrolla la conciencia de sí mismo y la del mundo exterior, consiguiendo así ser más feliz e independiente, en sus juegos y en su adaptación social. Esa conciencia de sí mismo es el acueducto que le permite entablar la relación con el mundo exterior, para que esto se lleve  cabo satisfactoriamente ha de estar sujeto a la acción corporal (Vayer, 1995).


1.2. DEFINICIÓN Y DESARROLLO DEL ESQUEMA CORPORAL

El esquema corporal se puede definir como la intuición global o conocimiento inmediato de nuestro cuerpo, sea en estado de reposo o en movimiento en función de la interrelación de sus partes y, sobre todo, de su relación con el espacio y los objetos que le rodean (Le Boulch, 1972).


La ordenación de las sensaciones relativas al propio cuerpo en relación con la información del mundo exterior, juega un papel relevante en el desarrollo del niño, ya que dicha ordenación/organización es el punto de partida de sus diversas posibilidades de actividad, de acción (Vayer, 1995).


El esquema corporal se elabora progresivamente al ritmo del desarrollo y la maduración nerviosa, paralelamente a la evolución sensorio-motriz y en relación con el cuerpo de los demás (Vayer, 1995).



 
1.3. MOTRICIDAD Y CONOCIMIENTO: NOCIÓN DE OBJETO

“El tiempo, el espacio, el número, la textura, el color y la causalidad, son los principales elementos del mundo de los objetos entre los cuales debe el niño reencontrarse” (Gesell citado por Vayer, 1995).

Es necesario destacar que los niños muy pequeños suelen tomar su propio cuerpo como único punto de referencia espacial, lo que les lleva a cometer muchos errores cuando intentan localizar objetos en el espacio circundante. Porque, si por ejemplo colocamos una pelota a su derecha, y luego volvemos al niño hacia el lado contrario, él buscará la pelota a su derecha, aunque al cambiarlo a él de posición la pelota haya pasado a estar a la izquierda. A partir de los 11 meses los niños empiezan también a tomar como referencia algunos elementos externos (Lafuente y Gil, 2011).

Como consecuencia de los movimientos de su cuerpo, el niño sale de su confesión primitiva y es capaz de construir objetos sólidos y permanentes por medio de los cuales puede ya dar el paso de elaborar un universo exterior. (Piaget citado por Vayer, 1995)

La organización del espacio y la conquista del mundo, consecuencia del trabajo muscular y la cinestesia[1], conlleva la formación del esquema corporal.


De esta manera el niño va tomando conciencia, adquiere conocimiento y progresivamente dominio de los elementos del mundo exterior debido a sus desplazamientos y a la coordinación de sus movimientos, es decir, gracias a un uso cada vez más diferenciado y preciso de su propio cuerpo (Vayer, 1995).

 


1.4. TIEMPO

“La apreciación del tiempo y del vocabulario temporal dependen de la capacidad motriz y del control de sí mismo”, dice Gesell citado por Vayer (1995).

Como ocurre con la construcción del espacio, el cuerpo es siempre la referencia, y el tiempo, el espacio vivido (Vayer, 1995).

 
El tiempo puede organizarse en niveles que determinarán su percepción, según Le Camus (1987):

El tiempo hecho es el más familiar para todos los que utilizan el movimiento con fines educativos o terapéuticos. El sistema neuro-muscular tiene la propiedad de ser regido por leyes que pueden calificarse de temporales. Nuestros movimientos más simples hacen intervenir mecanismos temporales de una extraordinaria complejidad, mecanismos cuya calidad de funcionamiento nos hace decir que un movimiento es más o menos coordinado, continuo, fluido, rápido, acentuado, acelerado, etc.

En el tiempo percibido, la acción adaptada exige que seamos capaces de afianzar el orden de una sucesión de estímulos auditivos; la duración de un desplazamiento que afecta a un segmento del cuerpo o de un objeto; las variaciones de la velocidad, las periodicidades y las acentuaciones que pueden caracterizar no importa qué movimiento (corporal o externo).

El tiempo conocido es el tiempo de las nociones que el niño deberá integrar progresivamente, tomando él mismo la palabra y no solamente escuchando: antes, después, sucesivamente, simultáneamente, alternativamente, acelerando, etc.

El tiempo representado se refiere a cuando las duraciones, las aceleraciones, las periodicidades... que son las del movimiento vivido o mirado, van a tomar una traducción gráfica, van a ser transpuestas o, si se quiere, significadas por sustitutos escritos o hablados.

El tiempo del cerco afectivo y fantástico es el de la espera ansiosa o serena, el del placer y el del dolor, el del esfuerzo y el del descanso, el del éxito y el del fracaso, etc.

 

La percepción del tiempo es la percepción de lo sucesivo como unidad. Podemos decir que el tiempo se puede percibir según dos aspectos, el cualitativo y el cuantitativo:

  • Según el aspecto  cualitativo, se percibe un orden, una organización.
 
  • Respecto del aspecto cuantitativo se produciría una percepción de un intervalo de tiempo, de duración. (Fraisse citado por Le Boulch, 1972).


 
El cuerpo humano no se desplaza “en bloque”, sino de forma discontinua y mediante una serie de apoyos que constituyen otras tantas divisiones del movimiento. Por esto, la duración del movimiento puede descomponerse en tantos “tiempos” (ritmos, coordinación, sucesión de tiempos…) como apoyos haga durante su transcurso (Le Boulch, 1972).

 

 

1.5. ESPACIO

Castañer y Camerino (1991) entienden la orientación espacial como la aptitud para mantener constante la localización del propio cuerpo tanto en función de la posición de los objetos en el espacio como para posicionar esos objetos en función de la propia posición.

Así, consideran la lateralidad como la responsable por excelencia de la capacidad de orientación en el espacio y la definen como el término que define el “sentimiento interno” de la direccionalidad o tropismo corporal en relación con el espacio circundante. Es un proceso que se desarrolla conjuntamente con la conceptualización verbal de los componentes espaciales: arriba-abajo-izquierda-delante etc. Se diferencian dos tipos de lateralidad: la innata y la socializada. De esta manera nos damos cuenta que la orientación espacial estaría estrechamente relacionada con el esquema corporal.

Por otro lado, según Castañer y Camerino (1991) la estructuración espacial está compuesta por diversas categorías de relaciones espaciales que el niño ha de saber barajar para capacitarse en la organización espacial.

Piaget, citado en Catañer y Camerino, 1991, especifica la categorización de las relaciones espaciales en: relaciones topológicas (son las relaciones elementales existentes entre los objetos: vecindad, separación, orden, sucesión, continuidad...), relaciones proyectivas (se fundamentan sobre las topológicas y responden a la necesidad de situar, en función de una perspectiva dada, los objetos o los elementos de un mismo objeto con relación a los demás) y relaciones euclidianas o métricas (denotan la capacidad de coordinar los objetos entre sí en relación con un sistema o unas coordenadas de referencia. Ello implica poner en juego medidas de longitud, volumen y de superficie).

Dadas las anteriores definiciones podemos decir que la orientación y la estructuración espacial constituyen los pilares base que posibilitan el movimiento del niño para organizar el espacio. La organización espacial es de distinto desarrollo según se produzca en etapas preoperatorias u operatorias del correspondiente desarrollo. En este sentido Piaget estableció la distinción entre el espacio perceptivo (figurativo) y el espacio intelectivo (representativo) (Castañer y Camerino, 1991).

Por una parte, el espacio figurativo de tipo perceptivo se presenta en los periodos evolutivos sensorio-motores, de 0 a 2 años, y preoperativos o intuitivos de 2 a 7 años. Se basa en la vivencia motriz y perceptiva inmediata que el niño posee del espacio, que es la que le permite establecer implicaciones cada vez más complejas sobre el mismo (Castañer y Camerino, 1991).


Por otra parte, el espacio representativo aparece en el periodo operatorio, a partir de los 7-8 años, cuando el niño adquiere de forma progresiva la capacidad de analizar los datos perceptivos inmediatos y elabora relaciones espaciales de mayor complejidad. Ahora ya se manifiestan una descentración respecto al propio cuerpo y una objetivación de los puntos de vista además de juicios sobre las relaciones espaciales (Castañer y Camerino, 1991).


Completando los tipos de espacio anteriormente explicados, Le Camus (1987) realiza la siguiente clasificación de los niveles del espacio:

·         Espacio hecho: en el que intervienen los mecanismos perceptivo-motores de la adaptación inconsciente o subconsciente (campo de acción privilegiado en la mayor parte de los métodos tradicionales de educación física).

 
·         Espacio percibido: en el que el acento recae sobre la toma de informaciones extereoceptivas (visuales prioritariamente) venidas del medio.

·         Espacio conocido: el espacio designado (arriba, abajo, hacia la derecha, al lado...).

·         Espacio representado: pedir al niño esquematizar sobre un espacio a dos dimensiones lo que percibía en un espacio a tres dimensiones (o recíprocamente).

·         Espacio cercado afectivamente: “el espacio en el que me siento oprimido o liberado”.

 
·         Espacio del reencuentro, de la fusión o de la ruptura, el estallido.
 
 
·         Espacio de las “dimensiones ocultas”.

·         Espacio de la visión óptica actual o reactualizada.


En base a esta clasificación de los niveles espaciales podemos decir que el espacio no es objeto de una representación mental sino de una percepción directa en función de la acción. Por tanto, se requiere una construcción del espacio según esta percepción de la acción. Dicha construcción se realiza mediante: la apreciación de las direcciones (por ejemplo la orientación en el espacio), la apreciación de las distancias (por ejemplo la puntería) y la localización de un objeto en movimiento (por ejemplo la apreciación de la trayectoria que el objeto describe en el espacio; apreciación de su velocidad y, eventualmente, previsión de su posición en los instantes posteriores) (Le Boulch, 1972).
 




 
1.6. RELACIÓN ESPACIO-TIEMPO

La percepción espacio-temporal es un elemento que no puede separarse del espacio. Cualquier movimiento se produce dentro de un espacio y tiempo determinado. En la interrelación del espacio y del tiempo es donde se sitúa la coordinación de todo movimiento. Esta será la clave que define el tiempo, pues a diferencia del espacio, el tiempo en sí no se aprecia sino a través de los acontecimientos que percibimos (Castañer y Camerino, citado en Rivadeneyra y Sicilia, 2004).

La percepción háptica sugerida por Piaget estipula que mediante el reconocimiento de formas por medio del tacto, sobre todo si son geométricas, favorecen la comprensión de las relaciones espacio-temporales además de contribuir a desarrollar el movimiento exploratorio (Mucchielli citado en Le Boulch, 1972).

El tomar distancia del mundo de los objetos y la integración de los diferentes segmentos del cuerpo en un esquema corporal capaz de organizar las posibilidades de acción y de aprendizaje, provoca que ello sea inseparable de una correlativa ubicación de las cosas y del cuerpo, y de su recíproca orientación (Mucchielli citado en Le Boulch, 1972).


1.7. SENSIBILIDAD VESTIBULAR


                Se refiere a la capacidad para detectar la gravedad y el movimiento de nuestro cuerpo, con la finalidad de ayudarnos a mantener la postura corporal y el equilibrio. Los recién nacidos son sensibles a la estimulación vestibular respecto a los tres ejes del movimiento: de delante hacia atrás, de arriba hacia abajo y de un lado a otro. Esta sensibilidad es la causa de que se les pueda tranquilizar meciéndolos o paseándolos (Lafuente y Gil, 2011).


 

2. ETAPAS DEL DESARROLLO

Uno de los mayores estudiosos de la evolución del espacio en el niño fue Piaget, quien descubrió desde los sucesivos estadios de la noción del objeto permanente hasta las dificultades de situación y orientación en un espacio de tres dimensiones.


Basado en los estudios de Piaget, Le Boulch informó de que la posibilidad de establecer relaciones entre objetos en el espacio pasa por la orientación del propio cuerpo. Piaget sostiene que la construcción del espacio evoluciona sobre dos planos.


Un plano perceptivo o sensoriomotriz, en el que son indispensables las vivencias sensoriales, intrínsecamente relacionadas con el esquema corporal, como los juegos de entrar y salir, y recorridos de un espacio previamente delimitado.


Niveles según Piaget de la evolución del espacio en el niño (4 niveles: espacio topológico, espacio proyectivo, espacio euclidiano y espacio racional).


El tiempo constituye un todo indisociable con el espacio; es la coordinación de los movimientos, así como el espacio es la coordinación de las posiciones.


Sin embargo, los conceptos temporales se adquieren de forma progresiva debido a un cúmulo de experiencias que siguen un proceso.


Primero, se produce la etapa de sintonización, en ella, se produce una adaptación de los ritmos biológicos básicos al entorno sociocultural. Esta etapa termina a los 3 años.


Posteriormente, comienza la sincronización sensoriomotriz en la que una realización motriz se asocia a unos estímulos sonoros y el niño/a llega a expresar su propio tiempo, es decir, su tiempo espontáneo, la manera de adecuarse al tiempo que pasa. Termina a los 6 años.


Por último, tiene lugar la verdadera percepción, compuesta por dos aspectos. El cualitativo (percepción de un orden) y el cuantitativo (percepción de intervalo temporal de duración) (Lafuente y Gil, 2011).
 


 

  2.1. ETAPAS ESPECÍFICAS DE PIAGET


 
a)      Sensoriomotriz (0-2 años)


La información de todo este apartado (“Etapas específicas de Piaget”) ha sido extraída a partir de una publicación de Córdoba, 2011.


  • Ejercicio de los reflejos (0-1 mes):   para el niño el objeto no existe si no actúa sobre él, es decir,  si no lo ve o lo toca.


  • Reacciones circulares primarias (1-4 meses): todavía no hay conciencia de la permanencia del objeto.
 
  • Reacciones circulares secundarias (4-8 meses): en este subestadio el niño es capaz de alcanzar, coger y manipular objetos (por ejemplo, sacudir y golpear juguetes). El niño comienza a percibir relaciones espaciales entre los objetos y se va dando cuenta de cómo actúa sobre las cosas. Aquí se inicia el concepto de permanencia del objeto, de forma que el niño busca objetos que desaparecen, pero solo si son parcialmente visibles y si ha sido él quien los ha ocultado.
 

  • Coordinación de esquemas secundarios (8-12   meses): respecto a la permanencia del objeto, el niño busca el objeto  incluso si está oculto completamente y aunque no haya sido él quien lo haya escondido. Sin embargo, comete el error AB, es decir, si se oculta un objeto varias veces en un mismo escondite (A) y posteriormente se oculta en un lugar distinto (B), aunque el niño vea la trayectoria nueva seguida y observe cómo lo ocultan en ese otro lugar (B), busca el objeto donde lo ha encontrado en un primer momento (A).
 
  • Reacciones circulares terciarias (12-18 meses): respecto a la permanencia del objeto, el niño es consciente de cualquier desplazamiento visible, siempre que perciba la trayectoria completa de desaparición, ya que no es capaz de inferir movimientos que no ve.
 
 

b)     Preoperacional (2-7 años)


En este estadio se produce la maduración del sistema neurológico que permite al niño/a realizar movimientos más complejos, además su cuerpo crece y con ello su sistema muscular poseyendo así una mayor posibilidad de ejercitación (Gutiérrez, 2012).


Cabe destacar que en este estadio, el niño considera que la cantidad de agua que se encuentra en una botella de agua alta y larga es mayor que la de una botella más pequeña, aunque en ambos recipientes la cantidad de agua sea la misma (wikipedia).




c)      Operaciones concretas (7 – 11 años)


Capacidad para la medición (es la capacidad para determinar la longitud de un objeto, la distancia entre un lugar y otro o calcular la duración de un intervalo temporal aplicando algún tipo de medida, como aprender a entender el reloj). Se adquiere hacia el final de este estadio (Córdoba, 2011).


También, en esta etapa el niño ya comprende que, pese a que los recipientes pueden ser diferentes, ambos pueden contener la misma cantidad de líquidos (Córdoba, 2011).


Al principio de esta etapa, se produce la adquisición de la reversibilidad. Generalmente, la última capacidad que se suele adquirir es la conservación de superficies (wikipedia).


3. SITUACIÓN E INTERVENCIÓN EDUCATIVA
 

 
3.1. SITUACIÓN EDUCATIVA

 
            La información de todo este apartado (“Situación educativa”) ha sido extraída a partir de una publicación de Vayer, 1995.

La educación es responsable de suministrar al niño los medios suficientes y afines para el descubrimiento y su posterior conocimiento. La actitud educativa debe consistir en imaginar/suponer una situación psicosocial que incite al alumnado a devorarlas, a destriparlas por sí mismo y a integrarlas en una obra insólita. Entonces concluimos que educar consiste en facilitar la eclosión íntegra de la creatividad, con el permanente afán de promoción, olvidándose así de la habitual y aburrida transmisión de conocimientos y conductas.

La situación educativa debe reconstruir el mundo del niño y él debe responder a sus intereses, actividad y juegos.

A través de la acción el adulto se propone un objetivo, guiando o dejando al niño que lo descubra, Es necesario que el educador conozca a la perfección al niño y su correspondiente etapa para que el “proyecto” se lleve a cabo de la mejor manera posible.
 


 
3.2 LA INTERVENCIÓN EDUCATIVA

 
 
          Este apartado ha sido extraído del PDF de Mª Isabel Rael Fuster, “Nociones espaciales y temporales en la etapa infantil”.

La construcción de las nociones espacio-temporales está íntimamente relacionada con los sucesos vividos y el aprendizaje específico que ayudará al niño/a a actuar en el medio de forma eficaz. Este aprendizaje es una parte del currículo escolar y se planifica en la intervención educativa. Los objetivos educativos en relación al espacio tienen como finalidad el adquirir los conceptos básicos y el resolver problemas relativos al espacio en las distintas situaciones en las que se encuentren. Los objetivos que giran alrededor del tiempo incluyen la toma de conciencia de su tiempo personal, es decir, lo que hacen de forma cotidiana, la frecuencia con la que realizan estas acciones, etc., y conseguir la orientación temporal, es decir, las nociones de presente, pasado y futuro.

Los contenidos estarán organizados según situaciones globales en las que la dimensión espacial y temporal serán las coordenadas básicas.

Incluirán tres apartados:

1. El conjunto de conceptos espaciales. Hace referencia a las nociones relevantes.
2. La orientación y medida del espacio y del tiempo. Tiene un carácter conceptual y procedimental.
3. La representación e interpretación del espacio y el tiempo. Tiene un enfoque procedimental en el que se aplican las nociones adquiridas.

Podemos encontrar las siguientes líneas metodológicas del proceso de enseñanza-aprendizaje de las nociones espacio-temporales:

·         Utilizar objetos reales que los niños/as puedan manejar para ilustrar las nociones espacio-temporales de manera práctica.

·         La actuación del niño/a sobre el objeto y la exploración del medio.

·         La verbalización de los conceptos espaciales y temporales, ya que las palabras son los primeros símbolos que adquiere el niño/a.

·         La utilización de los símbolos abstractos sólo para designar un concepto que los niños/as ya hayan entendido.

·         La globalización con experiencias, juegos, plástica, lógica.

·         Matemática,   música, movimientos, recorridos, lanzamientos, vivencias sobre geometría,…

·         La vivencia y la posterior representación de las experiencias.

·         La variedad de materiales para realizar construcciones (desde los más convencionales a material de reciclaje) provocará una exploración creativa del espacio.

La mejor manera de evitar la desorientación espacial o temporal es mediante la facilitación de una serie de normas:

·         Cada   cosa tiene su sitio: las cosas después de usarse, deben devolverse al lugar asignado.

 
·         Las actividades tienen un comienzo y un fin establecidos claramente, por medio de consignas y rituales. El ritual que indica que una actividad ha terminado es la referencia para la recogida del material y el cambio de actividad.
 

 
·         Cada   persona tiene su espacio para trabajar: deben respetarse los espacios individuales.

 
·         Cada   actividad se hará en su espacio propio: se determinará el espacio para la psicomotricidad, para la plástica, para las construcciones,... Si dos actividades usan el mismo espacio se procurará que no se realicen consecutivamente, para que exista alternancia y movilidad de espacios.

 
·         Se establecerá un tiempo para cada actividad y el orden de las actividades de área: la existencia de un orden facilita que los niños/as interioricen la secuencia temporal. El orden debe procurar el contraste o cambio del tipo de actividad, después de una ejecución dinámica vendrá una reposada, después de un trabajo intelectual que requiera concentración, se intercalará un ejercicio manipulativo y distendido.


La adquisición de estos aprendizajes estará altamente influida por el diseño y la organización del espacio y del tiempo escolar. El espacio físico y los objetos que lo componen deben estimular el aprendizaje y para ello han de ser: armoniosos (para que el conjunto colabore al equilibrio de sus percepciones), y susceptibles a cualquier transformación.

El tiempo se organiza respondiendo a una concepción pedagógica determinada que ha de planificarse de acuerdo con los criterios pedagógicos y las características del alumnado. La programación de cada jornada optará por ser flexible.


 

4. PROBLEMAS   EN EL DESARROLLO DE LA ORIENTACIÓN ESPACIO - TEMPORAL


 
La información de todo este apartado (“Problemas en el desarrollo de la orientación espacio-temporal”) ha sido extraída a partir de una publicación de Cobos, 1997.

4.1. INTRODUCCIÓN


 
Cuando el niño o niña no se orienta bien espacial o temporalmente podemos decir que existe un trastorno psicomotor.

La Clasificación Internacional de las Enfermedades (CIE 10, 1993), publicada por la Organización Mundial de la Salud, utiliza el término trastorno específico del desarrollo psicomotor para señalar a “un rendimiento en una prueba estandarizada de coordinación de movimientos, por lo menos dos desviaciones típicas por debajo del nivel estable y para la edad cronológica del niño, que interfiere significativamente con el rendimiento escolar y la actividad diaria, estando ausente un trastorno neurológico”.

El conocimiento de conceptos básicos espaciales constituye un punto básico en los aprendizajes escolares y la no adquisición de estos está relacionada con alteraciones en la lectura (dislexia) y en la escritura (disgrafía).


4.2. DETECCIÓN DE PROBLEMAS DE DESARROLLO ESPACIAL


 
Con respecto al espacio, primero se evaluarán los conceptos básicos y posteriormente los de derecha-izquierda:

Se pedirá al niño que realice las siguientes pruebas para diagnosticar cualquier tipo de problema relacionado con la orientación espacial:

-Coloca el libro encima de la silla.”
-Coloca el lápiz debajo del pie.”
-Señala lo que está más lejos de ti.”
-Toca tu oreja derecha.”
-Con tu mano derecha toca tu ojo izquierdo.”
-Ahora colocaremos tres objetos (llaves, vaso y libro) alineados delante del niño a unos 15 cm unos de otros y se le formulan las siguientes preguntas:
¿El libro está a la derecha o a la izquierda del vaso?”
¿Las llaves están a la izquierda o a la derecha del libro?”

De todo ello se anotará si acierta, duda, rectifica o comete un error.

Es muy destacable que la mayoría de los niños de 6 años dominan los conceptos básicos espaciales y la noción derecha-izquierda sobre sí mismo. Esta misma noción la logran sobre el experimentador a los 8 años y la posición relativa de tres objetos a los 11-12 años (Rigal, 1987e, citado por Cobos, 1997).



4.3. DETECCIÓN DE PROBLEMAS DE DESARROLLO TEMPORAL

Para descartar un problema de orientación temporal se realizarán las siguientes secuencias rítmicas, golpeando con un lápiz en la mesa y a continuación se le pedirá al niño que lo repita. Cada (0) corresponderá a un golpecito y cada espacio en blanco a una pequeña pausa. Se anotará si ha acertado o si ha errado.

1. 0 0 0
2. 0 00 0
3. 0000
4. 0 000
5. 0000
6. 00 0 00
7. 00 00 00
8. 0 000 00
9. 00 000 000
10. 00000
11. 0000 0
12. 00 00 00 00
13. 00 0 0000
14. 0 00000 0

En una segunda fase, si ha realizado la primera correctamente, repetiremos los ejercicios, pero esta vez ocultando nuestra mano para que el niño no tenga apoyo visual.
Podemos ampliar la evaluación con las siguientes cuestiones:

-Señala si es por la mañana, por la tarde o por la noche”
-Di algo de lo que hiciste ayer”
-¿Qué harás mañana?”




4.4. CÓMO DESARROLLAR LA ORIENTACIÓN ESPACIAL

Para desarrollar la orientación espacial en los niños aquí sugerimos algunos de los posibles ejercicios:

 
 
·         La utilización del lenguaje para la identificación de las nociones espaciales facilitará su aprendizaje y afianzamiento.
 
·         Nos ponemos detrás de la puerta y después delante de la ventana.
 
·         Transportamos cosas variadas encima de la cabeza.
 
·         Caminamos  entre dos filas, entre dos bancos, entre dos niños…
 
·         Hacemos un corro y damos vueltas a la derecha. A la señal giramos a la izquierda.
 
·         Nos desplazamos siguiendo una trayectoria que está pintada en la pizarra.


4.5. CÓMO DESARROLLAR LA ORIENTACIÓN TEMPORAL

En cuanto al desarrollo de la orientación temporal, podemos utilizar los siguientes ejercicios, teniendo en cuenta que se trata de un tipo de habilidad que tiene mucho que ver con el ritmo:

 
 
·         Realizar los ejercicios de coordinación, segmentación, etc. a distintos ritmos: normal, lento y rápido.
 
·         Imitamos el ritmo de otro niño cuando anda, corre, salta, silba. Deberás detenerte cuando el niño lo haga.
 
·         Atravesamos la habitación andando, a gatas, reptando, andando y corriendo. ¿De qué forma llegamos antes? ¿Y después?
 
·         Rodamos pelotas, coches, bolas, etc.,variando el impulso. ¿Cuándo va más rápido? ¿Y más despacio?













[1] Percepción del equilibrio y de la posición de las partes del cuerpo. (RAE, 2001)

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